La psoriasis puede ser inducida por diferentes detonantes los cuales son poco específicos como los traumas leves (rascado repetitivo, piercings, tatuajes), quemaduras solares o sustancias químicas irritantes. Medicamentos como beta bloqueadores, antiinflamatorios, antimaláricos o litio, pueden aumentar los síntomas de la enfermedad. Ciertos trabajos podrían tener un riesgo aumentado por mayor alteración de la barrera de la piel, por lo que el uso de los elementos de protección es fundamental para prevenir la aparición de esta enfermedad. Otros factores de riesgo como consumo crónico de alcohol o cigarrillo, obesidad y el estrés se han relacionado con la enfermedad.

Adicional a los factores externos, en el desarrollo de la psoriasis están implicados diferentes genes que hacen a las personas más susceptibles a la enfermedad. Un ejemplo de ello, son los gemelos, en donde uno de ellos puede presentar psoriasis cuando uno de los hermanos ya la tiene, este riesgo es de dos a tres veces superior al que presentan los mellizos bajo las mismas condiciones. También en personas VIH+ la frecuencia de psoriasis es levemente mayor a la población en general e inclusive si un paciente con psoriasis adquiere VIH se suele producir una exacerbación de la enfermedad.

Los pacientes con psoriasis tienen un sistema inmune alterado, que puede ser consecuencia de los múltiples factores descritos anteriormente. En donde uno de los tipos de células que se encargan de la defensa reconoce a las células de la piel como extrañas y las ataca. Esto produce una reacción inflamatoria en la piel, una lucha localizada entre el sistema de defensa y las células de la piel, en repuesta a esto ocurre un enrojecimiento, aumento en la producción de las células cutáneas y acumulación de estas. Esto genera engrosamiento de la piel, formando las placas de los pacientes.